Inicio > Proyecto Conflicto Humano-Rapaces

CONFLICTO HUMANO-RAPACES: DOS ESPECIES AMENAZADAS EN SUDAMÉRICA

Alrededor del mundo, muchas especies de aves rapaces sufren persecución humana debido a conflictos con actividades antrópicas, sobre todo aquellas ligadas a la producción ganadera y avícola. Varias especies de águilas, halcones, gavilanes y buitres incorporaron al ganado y las aves de corral como un componente más dentro de su dieta. En algunas zonas, estos componentes se transforman en la principal fuente de alimentación, sobre todo en ambientes altamente modificados, donde las presas naturales son escasas. Por otra parte, los animales domésticos suelen ser mucho más fáciles de cazar que las presas silvestres, lo que permite a las rapaces ahorrar energía durante el forrajeo, y en consecuencia, terminan prefiriendo este tipo de presas. Este fenómeno genera un fuerte conflicto entre las comunidades locales y estos depredadores, lo que supone un problema grave, especialmente para aquellas especies que ya presentan poblaciones reducidas debido a otros factores, como por ejemplo, la pérdida de hábitat. Tal es el caso del Aguilucho de cola rojiza (Buteo ventralis) en el bosque templado del sur de Chile y Argentina, y el Águila Inca (Spizaetus isidori) en los bosques montanos de los Andes entre Venezuela y el norte de Argentina, ambas especies con alto riesgo de extinción. La persecución humana como consecuencia de la depredación de aves de corral, se ha transformado en la principal causa de mortalidad en individuos adultos, inmaduros y juveniles de estas dos especies. Por otra parte, al ser dependientes del bosque, las crecientes presiones antrópicas sobre estos ecosistemas actúan de forma sinérgica con la persecución y se transforman en su principal amenaza a largo plazo.

LA AGROECOLOGÍA: UNA ALTERNATIVA INTEGRATIVA PARA LA COEXISTENCIA ENTRE RAPACES Y HUMANOS

La agroecología se ha abordado desde tres prácticas interrelacionadas: 1) como disciplina científica, que busca estudiar cómo los diferentes componentes de un agroecosistema interactúan, 2) como un conjunto de prácticas que buscan desarrollar sistemas agrícolas sostenibles que optimizan y estabilizan la producción y 3) como un movimiento social o propuesta política que persigue papeles multifuncionales para la agricultura, promueve la justicia social, nutre la identidad y cultura y refuerza la viabilidad económica de las zonas rurales. Actualmente, una de las definiciones más completas de agroecología es la de “ecología del sistema alimentario”. Esta definición tiene por objetivo explícito la transformación de los sistemas alimentarios orientándolos hacia la sostenibilidad, a fin de mantener el equilibrio entre la responsabilidad ecológica, la viabilidad económica y la justicia social. En efecto, a nivel mundial la agroecología ha sido reconocida como la principal alternativa para combatir el hambre, la pobreza y el deterioro ambiental generalizado, en un contexto de crecimiento poblacional humano sin precedentes. Para lograr esta transformación, se deben cambiar todos los componentes del sistema alimentario, desde las semillas y los suelos hasta la mesa del consumidor. Bajo este sistema, productores, transportistas y consumidores deben estar conectados en un movimiento social que respete la profunda relación existente entre la agricultura y la naturaleza que le dio origen.

En muchos países la práctica de la agroecología está logrando satisfacer las necesidades nutricionales de poblaciones pobres de forma saludable y al mismo tiempo contribuyendo a mejorar su economía mediante la venta de excedentes. Pero los beneficios de la agroecología van más allá de la microeconomía y la soberanía alimentaria. A través de la práctica de diversas técnicas no contaminantes que se basan en la diversidad productiva, la agroecología también promueve la sustentabilidad ambiental y la biodiversidad en varias escalas espaciales. A pesar de que se conocen los beneficios que presta la agroecología para el mantenimiento de la biodiversidad, su potencial como herramienta para la conservación de especies amenazadas ha sido poco abordada. La agroecología ofrece muchas herramientas de gestión territorial, manejo racional de los suelos y producción sustentable de alimentos de origen animal y vegetal, que pueden ser útiles para la conservación de especies amenazadas, como el Aguilucho de cola rojiza y el Águila Inca, así como otros depredadores que compiten con el ser humano. Para mitigar el conflicto por depredación se pueden emplear técnicas agroecológicas que incluyan la crianza de aves de corral en condiciones de semi-confinamiento, evitando el ataque de depredadores. En Brasil, por ejemplo, el proyecto PAIS (Producción Agroecológica Integrada y Sustentable), incorpora un gallinero central cerrado, con un pasillo enmallado hacia un área de césped también cercada, donde transitan y se alimentan las aves de corral. Este gallinero está asociado a una huerta circular que lo rodea (“huerta mandala”). Los hortaliceros dan de comer a las aves los desperdicios de la huerta y abonan la misma con las heces de las gallinas. Este sistema cíclico, ya aplicado con éxito, podría adaptarse fácilmente mejorando los sistemas de corrales de las aves para impedir el ingreso tanto de depredadores aéreos (rapaces) como terrestres (cánidos, felinos, mustélidos), eliminando automáticamente el conflicto entre estos animales y los humanos. Otra alternativa es usar la producción de frutos cuyo crecimiento permita generar un techo vegetal donde las aves puedan protegerse de los ataques, para lo cual se debe incluir un cierre perimetral que asegure que las aves estén siempre confinadas a la protección de este “dosel”. Las heces de las gallinas pueden esparcirse bajo los árboles y plantas para fertilizar la tierra. En Chile y Argentina, esto puede lograrse con plantaciones densas de árboles frutales (ej.: manzanos, paltos, naranjos, perales, vides, etc.), mientras que en zonas tropicales las alternativas son igual o más variadas (ej: tomates de árbol, taxos, granadillas, maracuyá, sambo, naranjilla, moras, etc.). Para lograr un impacto positivo notorio sobre las poblaciones de estos depredadores, se deben identificar las zonas de mayor conflicto y priorizar el desarrollo de las prácticas agroecológicas en dichos lugares por medio de programas asociativos e innovadores. Estos programas multisectoriales pueden ser gestionados por ONGs e instituciones estatales, en conjunto con las comunidades rurales, distribuidores y consumidores. Los productores pueden asociarse a servicios de alimentación en colegios, universidades y otras instituciones, promoviendo la alimentación saludable y la producción amigable con el ambiente. Además, las ventas de los productos orgánicos podrían ir asociadas a un sello extra (aparte del sello de producción agroecológica) que acredite que la producción ha estado asociada a la conservación de especies amenazadas de fauna silvestre, permitiendo un mejor precio en mercados especializados. Los efectos a corto plazo que traería un programa de estas características incluirían:

1) Erradicación del conflicto entre humanos y rapaces por depredación de aves de corral
2) Un aumento considerable en la tasa de sobrevivencia de las rapaces amenazadas, con el consecuente incremento en sus números poblacionales y, eventualmente, una mejora en su estado de conservación.
3) Una mayor regulación hacia especies silvestres por parte de las rapaces, con lo cual cumplirían de mejor forma su importante rol en los procesos ecosistémicos.
4) Al estar obligadas a consumir más especies silvestres, las rapaces ejercerían una mayor presión sobre las poblaciones de animales que
afectan las cosechas de los campesinos (aves, pequeños mamíferos, etc.), pasando de ser enemigos a ser sus principales aliados.
5) Un cambio sustancial en la visión de la producción y mayor conciencia sobre el respeto por la naturaleza de parte de los campesinos involucrados en los programas.

El potencial de la agroecología en la conservación de depredadores amenazados debe reconocerse y fomentarse rápidamente. Tal como advierte la Organización de Naciones Unidas (ONU), el futuro de la humanidad y de los ecosistemas naturales depende en gran medida de la transformación profunda de los sistemas de producción alimentaria y manejo de recursos, escenario en el cual la agroecología ofrece una alternativa ineludible.